Presentación del libro Las neuropsicosis de defensa y otros textos.
PRESENTACIÓN DEL LIBRO LAS NEUROPSICOSIS DE DEFENSA Y OTROS TEXTOS. 1
Autores: Juan Carlos Cosentino y Lionel Klimkiewickz
Presentadora: Lila Isacovich
Amigos:
Antes que nada, agradecerles en particular a Juan Carlos y también a Lionel, la
invitación a presentar este libro. Invitación que me honra y me hace sentir
especialmente responsable.
Hoy tenemos la excelente oportunidad de reconocer el trabajo incansable y único de
Juan Carlos, quien desde hace tantos años dedica su vida a la investigación y
transmisión del Psicoanálisis.
Vengo preguntándome sobre el deseo decidido, qué sería y cómo reconocerlo, si es
inconsciente, sexual e infantil. Creo que el de Juan Carlos sería un caso tangible y
real del deseo decidido, que se contagia trabajando con él. Conserva la curiosidad
infantil, difícil de hallar entre los adultos, quienes, habitualmente, ya encontramos
respuestas para casi todo. Pero a la vez ese interés genuino de saber, convive en él
con un estar advertido que solo da la práctica del análisis y la solidez de la
experiencia de vida.
Por otra parte, hay un trabajo de equipo invalorable sin el cual esta serie de los
Manuscritos no hubiera sido posible.
En la solapa nos cuenta la historia de la conservación de los manuscritos,
documentos y correspondencia en la biblioteca del Congreso en Washington, EEUU,
a los que tuvieron acceso los autores. El presente es el último libro que acaba de
publicarse de la colección Territorios, de la serie de los Manuscritos Freudianos.
La relectura y nueva traducción de estos escritos tempranos de Freud, y el
descubrimiento de las Notas de trabajo, han sido decisivos para revisitar el campo
que se inaugura y se caracteriza por trazar en lo real un surco nuevo: la irrupción de
lo Icc y los primeros dispositivos de la técnica analítica. Este hallazgo trasciende con
creces la escena analítica local para proyectarse como hito histórico. Cuatro
carpetas de anotaciones breves, que se extienden entre 1897 y 1910, nunca antes
publicadas, ideas, conceptos, viñetas clínicas, referencias literarias, y más.
Inéditas hasta ahora, las Notas de trabajo fueron pormenorizadamente comentadas
y puestas en valor en este volumen.
Me referiré a los otros capítulos seleccionando citas literales que conforman
mi lectura de este libro.
1.
En la Presentación, Juan Carlos expone claramente el propósito de la publicación:
Intentar recrear, en el cruce entre el reino de la sustitución y la irreductibilidad del
monto de afecto, las dificultades de ese momento inaugural de la experiencia
analítica, anticipando la dimensión de la falta. Junto a la hipótesis auxiliar, Freud
construye el primer ordenamiento de las neuropsicosis de defensa: histeria de
conversión, neurosis obsesiva, psicosis alucinatoria y paranoia, más las neurosis
actuales y la melancolía.
La hipótesis auxiliar da cuenta de un monto de afecto o suma de excitación que,
separada de la representación originaria, se desplaza a una representación
sustitutiva. Así, descubre que el mecanismo de las neurosis de defensa es el reino
de la sustitución, que es un acto de defensa inconsciente contra la representación
inconciliable, operación necesaria para la constitución del sujeto.
Lo primero que llama la atención es que la sustitución, sin embargo, vuelve
imposible la desaparición del monto de afecto, que constituye entonces el trauma,
un agujero irrepresentable. En el exceso de placer o de displacer, resto de la
división del sujeto, se recorta, muy inicialmente, la posición del sujeto ante el goce,
es decir, la manera en que se particulariza, para cada uno, la estructura. En la
histeria por déficit de placer, en la obsesión por exceso.
En las fobias, en cambio, el mecanismo de la sustitución no es válido, no se
encuentra la idea inconciliable reprimida, sino que el afecto liberado, la angustia,
aprovecha cualquier representación, pero el enlace es secundario, permite pasar del
exceso, anudado a la angustia, a un significante que provoca miedo. Aquí la
angustia no tiene representación, es de otra naturaleza que la Vorstellung, novedad
que sorprende, y anticipa la dimensión de la falta, en la abertura misma que
constituye el inconsciente. No habría sustitución ni represión, y por ende, la fobia se
separa de la transferencia y queda situada por fuera del campo analítico, aunque a
posteriori –nachträglich– se enlaza con una representación que vale como objeto.
2.
Esta publicación también avanza en el desarrollo de una lengua de Freud, ni más
ni menos. El Glosario, más que un glosario de la lengua alemana cotidiana,
respeta esa particularidad del uso de la lengua freudiana.
Por ejemplo, en la traducción del término umsetzen, que aquí Freud lo refiere a la
conversión histérica, se juega algo fundamental: no se trata de un mero
desplazamiento, sino de una transposición o transmutación, que los autores
traducen “trasladar transformando”. Hay en este movimiento una transformación
cualitativa. Esta aclaración es una de las tantas que figuran en los comentarios a
cada uno de estos textos y en las notas al pie.
3.
En las Neuropsicosis de defensa el término Verwerfung – rechazo – es utilizado
explícitamente con relación a la psicosis. En la confusión alucinatoria la defensa es
mucho más enérgica y efectiva, pues el yo rechaza la representación intolerable
junto con su afecto, y procede como si la representación no hubiera existido, se
cancela. En la psicosis no solo este rechazo alcanza el afecto, sino que un trozo de
la realidad también se desprende, se pierde, vale decir, que esa representación
interiormente cancelada retorna desde afuera, desde lo exterior, en forma de
alucinación. El comentario se extiende a la historia de la concepción de este
rechazo, tanto en Schreber como en el Hombre de los Lobos, algo radicalmente
diferente que la represión, Verdrängung, y de la Verleugnung, desmentida. Es de
aquí que Lacan toma el término Verwerfung para entenderlo como forclusión, y
agrega, en el Seminario sobre Las Psicosis, que es incorrecto decir que la
sensación interiormente suprimida es proyectada de nuevo hacia el exterior.
Deberíamos decir más bien que lo rechazado retorna del exterior. Aquí emplea el
término Unterdrückung, caída en el fondo, reprimida primariamente.
Otro punto que destacan los comentarios es la traducción del término unerträglich
por intolerable, y unverträglich por inconciliable. Lo inconciliable entienden que
remite a una incompatibilidad lógica de las representaciones, propia de las neurosis,
donde la representación inconciliable provoca el afán defensivo, la escisión
psíquica, y vuelve en los síntomas, desplazada.
Mientras que lo intolerable apunta a una dimensión cuantitativa, relativa al
avasallamiento que define en esta época a la psicosis.
4.
Así también, en la Adenda, discuten la traducción y empleo de los términos Erlebnis
(experiencia, vivencia), Erfahrung (experiencia) y Eindruck (impresión), impresiones,
marcas no visibles que alcanzaron al niño en un tiempo en que no podemos atribuir
receptividad plena a su aparato psíquico. Así, los traumas son experiencias,
impresiones en el cuerpo propio o bien percepciones sensoriales, las más de las
veces de lo visto y oído. Cae el acontecimiento, lo que cuenta es su inscripción, es
decir, las huellas mnémicas de los traumas infantiles. Una vez despiertas, opera la
separación del monto de afecto que lleva a su represión.
Introduzco aquí un comentario propio:
Según lo postulado desde el “Proyecto”, con cuanta más frecuencia se lo recuerde,
tanto más inhibido resulta el desprendimiento de afecto.
Sin embargo, en la Carta 52 Freud advierte que a menudo nos empeñamos en vano
contra recuerdos de máximo displacer, que se nos imponen una y otra vez. Esta
constatación contradice el principio de evitación del displacer, salvo que admitamos
que esa insistencia expresa el reiterado fracaso del intento de tramitación psíquica.
Ahora bien, hay un caso para el cual la inhibición no se cumple porque cada
re-despertar desprende un displacer nuevo. El recuerdo se comporta, en tal caso,
como algo actual. A ese caso lo llama “sexual”, porque las magnitudes de excitación
que desprende crecen por sí solas con el tiempo, producen efectos como si fueran
actuales y no resultan inhibibles; por el contrario, con las reactivaciones, se
potencian en lugar de desgastarse. Ver Freud, Sigmund: Fragmentos de la correspondencia con
Fliess, Carta 52, T. I, pág. 274. Op.cit., Carta 39, pág. 438.
De paso, observemos que el propósito freudiano no comienza por definir lo sexual,
sino que, al revés, es el nombre con el que designa lo que resiste su desactivación.
Es con lo que tropieza al advertir que no todo es representable o no todo admite su
re-transcripción, en otros términos: aunque se repita, no cesa de no escribirse. Esta
imposibilidad, lo aún no tramitado, lo aún no reconocido o no significado ¿no es
acaso lo actual? Cuando no se logra desactivar los restos perceptivos que lo
mantienen en el plano actual, sucede que la bomba sigue estallando, como en los
sueños de guerra. Freud se refiere a ese trabajo del análisis con los términos
“despotenciar el recuerdo, empalidecerlo, debilitar las impresiones, desvalorizarlas,
quitarles su investidura energética.”
Desgastar la actualidad de la marca equivale a significarla. Luego, la resignificación
es permanente: si cada vez es diferente, una nueva, el trabajo analítico posibilita
relanzar el deseo hacia adelante, en lugar de hipotecarlo hacia atrás. Esa pérdida
de goce es solidaria de la discontinuidad temporal. no se padece del pasado, sino
de lo que no ha podido devenir pasado y sigue vigente en lo actual, tanto en el
sentido temporal como tópico.
5.
Los autores retoman el caso Emma, la proton pseudos histérica. Lionel en la
nota introductoria, nos remite al artículo de Eduardo Vidal publicado en “La primera
clínica freudiana”, relativo al engaño fundamental del sujeto en el lenguaje. Proton
pseudos, un falso enlace en juego. Se trata de una temporalidad no cronológica, ya
que algo no es traumático en sí, sino que deviene tal. El trauma no se reduce al
acontecimiento, sino que precisa de ese segundo tiempo posterior, que se sella
después, nachträglich. La sostenida pregunta de Freud acerca de por qué el
recuerdo despierta un afecto más intenso que la vivencia misma, parece
responderse aquí: Si “el recuerdo despierta un afecto que no había despertado la
experiencia”, no es por algo propio del recuerdo, sino por un nexo particular entre
ambos. Esta idea de que nunca un solo elemento alcanza para producir un efecto,
sino que se requiere la articulación de al menos dos, y que esos efectos sólo se
percibirán a posteriori, es algo fundamental en el descubrimiento freudiano (no solo
los dos tiempos del trauma, también los tres tiempos de la represión, los tres
tiempos de la identificación, incluso las clases de angustias). El caso Emma
aparece como paradigmático de la represión en la histeria, donde algo ajeno, Das
Ding, – un exceso referido a lo sexual- no se deja sustituir ni elaborar enteramente
por la representación. Quedará entonces un resto inasimilable, esbozo del estatuto
ético del inconsciente.
Refiriéndose a las diferentes acepciones del verbo kneifen: pellizcar, hurtar el
cuerpo, sustraerse a una obligación, los autores nos anotician que también significa
“esquivar el bulto”, una de las acepciones más coloquiales del verbo kneifen. Por
cierto, ellos tampoco esquivan el bulto.
6.
En la nota introductoria al Manuscrito K, Juan Carlos destaca la intuición freudiana
de una fuente independiente del principio de constancia, de libramiento de displacer,
como novedad. Nace de la vida sexual y provoca una perturbación en lo psíquico, a
pesar del principio regulador de constancia. Habrá lugar, entonces, para que, en
ciertas ocasiones, irrumpa fuera-de-representación la perturbación económica:
como núcleo genuino del peligro y como uno de los nombres freudianos del goce.
Encontramos comentarios fundamentales referidos al recorrido de la enfermedad en
las neurosis de represión, que es presentada por vez primera en el Manuscrito K y
retomada en lo sucesivo como represión primaria, secundaria, retorno y fracaso de
la defensa. Luego como complejo de castración, más tarde como rasgos de
carácter, si bien la identificación a un rasgo entraña otra forma de retorno.
Finalmente se conecta con la herencia arcaica, el ello como pasado heredado o el
superyó como pasado asumido por otros, según cita Freud al Fausto de Goethe: “Lo
que has heredado de tus padres, adquiérelo para poseerlo”. O, al decir del
arquitecto Mario Roberto Álvarez, “el secreto de la felicidad es haber elegido bien a
los padres.” Aunque esa herencia tendrá que ser adquirida en un análisis como
inscripción de esas marcas no visibles particulares.
Ya desde estos primeros años Freud componía una lógica temporal en la
constitución del símbolo, donde a posteriori pueden leerse, un primer tiempo en el
que se produce la exteriorización motora, un segundo tiempo donde se constituye
como representación fronteriza y un 3er tiempo como símbolo de lo reprimido. Apela
aquí a la noción de representación fronteriza. Si bien no retomó esa noción, remite
tanto a la pulsión como concepto fronterizo entre lo psíquico y lo somático, como a
la exteriorización motora que pasa a ser el primer símbolo de lo reprimido y se trata
ante todo de una laguna en lo psíquico.
7.
En cuanto a las Anotaciones ampliadas sobre las neuropsicosis de defensa, constan de 3 partes:
La primera desarrolla la etiología específica de la histeria, donde lo aparentemente
olvidado en el momento que retorna, en que es despertado por algún estímulo, vale
como suceso real, tiene el estatuto de un acontecimiento real.
La segunda dedicada a la entidad y mecanismo de la neurosis obsesiva.
Aquí recordamos el trabajo de Isabel Goldemberg sobre las Anotaciones ampliadas,
publicado en el libro Primera Clínica Freudiana, donde los traumas infantiles ejercen
efectos a posteriori como experiencias nuevas pero entonces obran
inconscientemente. Tanto en la histeria como en la N.O. lo que cuenta en ambas es
la imposibilidad de respuesta al encuentro con la sexualidad en la primera infancia;
la posición pasiva frente al poder del otro y sus consecuencias en el camino de la
neurosis, tal como lo describe en los 4 tiempos de la formación de la obsesión.
Lo que define a las neurosis de defensa es un encuentro muy temprano con el
objeto en el deseo insatisfecho de la histeria y el deseo imposible en la neurosis
obsesiva: un mal encuentro sexual.
La tercera parte, dedicada a grupos de casos que pertenecen a la paranoia, donde
el reproche se reprime por proyección, erigiendo el síntoma defensivo de
desconfianza hacia otros y el mecanismo de la alucinación.
Por último, la alteración del yo.
Los comentarios enfatizan la ruptura entre el ppio de constancia y de placer, la
disimetría entre placer y displacer, la irrupción de lo no ligado y la compulsión a la
repetición. Un “exterior” agujerea el campo del principio de placer. Con la falta de
representante para la angustia, la satisfacción sustitutiva gana cada vez más terreno
y el yo (vía privación) termina al servicio del Ello y del Superyó. El fracaso defensivo
se expresa finalmente en los rasgos de carácter, una marca de goce no
representada en el inconsciente, una fijación al trauma no asequible al análisis.
Así, la cadena asociativa o saber inconsciente de un sujeto en análisis está atraída
por sus satisfacciones sustitutivas, es decir, por la fijación pulsional a un objeto en
su fantasma, y aún al síntoma, rasgo o destino, las formas de la ganancia de
enfermedad.
La pulsión de muerte actuante en el interior, es decir, el genuino masoquismo
erógeno no-ligado, en el Moisés, no es otra cosa que la voluntad de goce
continuada del padre primordial. Una extraña satisfacción: la búsqueda del placer en
el displacer, es decir, el nombre freudiano del goce.
8.
El trabajo de Juan Carlos Hipótesis auxiliar: estructura y sujeto, también ha sido revisado
y algo modificado para esta publicación. Podríamos establecer el mismo método
que aplica para Freud, y comparar ambas versiones.
Concluyendo este artículo, JC señala que la separación representación-suma de
excitación, que sostiene la hipótesis auxiliar, es una anticipación de una operación
fundante de la estructura, que Freud trabajará más tarde en La negación: la
afirmación o Bejahung. Marca de un exceso de placer o de un displacer excluidos
que, a su vez, dejará un resto no medible, la cantidad desplazable, testimonio de la
escisión del sujeto y de la privación de aquel goce sexual anticipado. La
representación sexual se vuelve inconciliable recién después de haber encontrado
una representación contradictoria con ella.
En la psicosis, en cambio, el conflicto no deja marca alguna, la representación es
rechazada o desestimada con su afecto en lo real. Posteriormente aquella falta de
marca se sostendrá en el rechazo de la Bejahung, y se definirá como “la ausencia
de uno de los términos de la creencia, el término donde se designa – en la neurosis –
la división del sujeto.”
9.
Llegamos por último al artículo Repetición y destino, de Juan Carlos, editado anteriormente
en la Revista Escola Letra Freudiana y también modificado para esta publicación.
Artículo que me interesó especialmente y que comentaré, con el cual cerraré esta
presentación.
Lleva por epígrafe una cita de Nietzsche, de Aurora: “¡Hemos tenido que
esforzarnos tanto por aprender que las cosas exteriores no son tal como nos
parecen! ¡Pues bien, en lo relativo al mundo interior las cosas están de la misma
manera!
Algo que me remitió al Proyecto, dicho así: “El displacer producido al pasar por alto
el (re) conocimiento de una huella, no es tan flagrante como el que se genera al
ignorar el mundo exterior, aunque ambos casos son, en el fondo, uno y el mismo.”
Y también al artículo Lo Inconsciente: “El papel de las representaciones palabra se
vuelve ahora enteramente claro. Por su mediación, los procesos internos de
pensamiento son convertidos en percepciones. Es como si hubiera quedado
evidenciada la proposición: todo saber proviene de la percepción externa.” A raíz de
una sobreinvestidura del pensar, los pensamientos devienen percibidos real y
efectivamente – como de afuera – y por eso se los tiene por verdaderos. Lo
“verdadero” seguirá siendo ilusorio y queda atrapado en el fantasma, en la fijación al
objeto causa de deseo.
Pareciera que en ambas ocasiones, Freud anticipó lo que luego propuso Lacan, que
estamos construidos más bien en Cinta de Moebius, una superficie que aparenta
tener dos caras, pero solo tiene una, y no tiene sentido hablar de cara interior y cara
exterior.
En consonancia con el pensamiento de Nietzsche, se vuelve evidente, entonces, la
incapacidad estructural del sujeto para capturar lo real. Diríamos que goce y deseo
(que también tiene una raíz pulsional) están en Banda de Moebius y que por eso
mismo requiere del corte – propio de la función del analista – necesario para
separarlos.
El trabajo de Juan Carlos dialoga con Nietzsche y el eterno retorno de lo igual en la repetición
y el destino.
Nos dice que el rechazo de la idea de tiempo lineal a favor de una circularidad sin
comienzo ni fin, arrastra la noción de progreso propia de la modernidad. Ese eterno
retorno que, citando a Mónica Cragnolini, es la más extrema forma de nihilismo. En
cambio, sabiendo del azar y del sin-sentido, se puede producir sentidos provisorios,
afirmar el instante en tanto deseado.
¿Cómo operar sobre ese tiempo perdido, desligado, donde la cifra del destino, como
otra manera de fijación al trauma y como otra forma de compulsión de repetición,
insiste? Se pregunta Juan Carlos.
La idea mantenida en reserva por el analizante, de un poder que se ejerce sobre él
y se impone en su historia, tambalea, cuando opera la disyunción entre la marca y el
objeto. La fatalidad del destino comienza a ser dialectizada: surge la asociación en
la misma raíz del fantasma, de un rasgo de la historia del sujeto, es decir, esa
afinidad de la marca con el goce. Cuando está en juego el destino, esa marca atada
al goce, impide el trabajo analítico con el entre-dos, donde sería posible suponer al
sujeto. Este Uno se repite, pero no se totaliza con esa repetición; cuando el destino
vacila, el analizante empieza a “darse cuenta” de que ese inconsciente es el suyo.
Lo que define lo singular, es el destino. Para producirlo, hace falta la particularidad,
es decir, el síntoma “… que nos da a cada uno una señal diferente de la relación que
tenemos como sereshablantes con lo real”, según nos dice Lacan.
Un psicoanálisis es la búsqueda de esa buena suerte, vale decir, lo que va del azar
de la tyché a lo que cesa de no escribirse. ¿De qué se trata entonces? “De alentar a
alguien a aceptar el desafío de lo que se le ofrece, a él, como singular”, concluye
Juan Carlos.
Digo que el análisis horada permanentemente la ilusión del “estaba escrito” como
destinación, en sentido contrario al del sujeto supuesto al saber. Por eso abre al
futuro, porque levanta la hipoteca con el pasado, en la convicción de que algo nuevo
siempre puede advenir, escribirse por primera vez. Esto, en consecuencia, importa
una modalidad diferente de percepción del tiempo: si algo está por escribirse, el
tiempo se relanza hacia el futuro, que es cada vez, el instante en que ese efecto
tiene lugar.
El Icc estructural de Freud, por serlo, deja abierta siempre la posibilidad de ser
conocido de nuevo, en la misma medida en que aún no ha sido tramitado, es decir,
significado y olvidado. El dispositivo del análisis habilita un sujeto advertido de que
la “necesariedad” del pasado es solo una ilusión efecto de la retroacción que
convierte lo posible en necesario.
Viene al caso traer el párrafo final de Psicoterapia de la Histeria: “No dudo que para
el Destino sería más fácil que para mí curarla, pero ya se convencerá usted de que
adelantamos mucho si conseguimos transformar su miseria histérica en un infortunio
corriente. Contra este último podrá usted defenderse mejor con una vida anímica
restablecida.”–
Presentación de Lila Isacovich realizada el día 26/10/2022
- Juan Carlos Cosentino y Lionel Klimkiewicz.
Las neuropsicosis de defensa y otros textos. Notas de trabajo 1897-1910
Manuscritos, documentos inéditos y versiones publicadas.
Serie: Manuscritos Freudianos. Sigmund, Freud. Bilingüe. Editorial Mármol-Izquierdo. 2022.