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La ocurrencia del analista

El paciente al que llamaremos Patricio se presenta telefónicamente diciendo que empezó a sentir pánico y angustia muy intensa

Patricio tiene 30 años y se presenta a la entrevista muy angustiado tras haber abandonado la casa de su pareja (Gustavo) de manera abrupta por sospechas de infidelidad luego de 2 años de convivencia.

Es el menor de 7 hermanos, sus padres se separaron cuando tenía 3 años. Su padre murió cuando Patricio tenía 12.

Cuenta que fue un padre violento, alcohólico, jugador, poco presente y que había derrochado la fortuna familiar heredada.

 

Durante las primeras sesiones pudo tranquilizarse y empezar a trabajar, asociar, traer sueños, etc.

Varias veces trae el miedo a sentirse vulnerable, “eso me pone en situación de desventaja”.

Manifiesta explícitamente tener miedo a la frustración, al fallo, al gran perder, al estar en falta, al fracaso.

Dice ser muy perfeccionista, si falla algo se echa a perder, le molesta mucho que le marquen un error.

También cuenta que en el secundario salió abanderado y con medalla de honor por sus buenas calificaciones pero sin embargo todavía tiene pendiente el examen final de la materia Historia. Tuvo un profesor con el que confrontaba mucho y nunca más se presentó a rendirla para no encontrarse con él, lo que generó que no haya podido terminar el secundario y entrar en la facultad a cursar la carrera de Química, la cual le gusta mucho porque ser químico es como “jugar a ser Dios”

Le propongo hablar sobre la materia pendiente, dice que es un tema que lo tiene bloqueado y que prefiere no hacerlo.

Insisto en esto, le propongo hacer un juego de rol play  donde soy el profesor y el podría decirme lo que quisiera. Me pide que le respete que en este momento no puede jugar a eso.

 

En sesiones posteriores siguió trabajando acerca de su tendencia a buscar “la figurita difícil” y también el estar con la sensación de que no alcanza todo lo que hace, según sus palabras.

Dice que está empezando a cambiar algunas cosas en su manera de pensar, se da cuenta que las cosas no son blancas o negras. “Dudo de todo y siento que está bueno. Estoy en un sube y baja de emociones. Siempre fui como un Amish (grupo religioso menonita que se viste sin mostrar ninguna parte del cuerpo) Una persona muy tapada Yo soy muy tapado con mis emociones”

Transcurridas varias sesiones le propongo empezar a trabajar en el diván a partir del próximo encuentro, se mostró sorprendido pero aceptó con agrado. Fue en ese momento que contó un sueño bastante rico.

Son cuatro escenas bien diferenciadas.

En la primera: Soñé con dos hermanos, uno estaba enojado con el otro

En la próxima escena hay una chica llamada Vida que era hermana del espacio y del tiempo. La hermana (Vida) estaba tranquila mientras ellos le gritaban.

En la tercera yo viajaba en el tiempo y me encontraba con mi papá y mi mamá. Tenía algo para decirles pero finalmente no se los dije. No iba a hacer falta.

El sueño termina con un viejo que soplaba una vela y decía “la historia se repite”. Esto me dejó muy tranquilo porque yo en el sueño entendía todo.

 

Este fue el relato literal del paciente, luego le pido que trate de explicar el sueño y asocia:

“En la primera escena había un hermano que dormía, el otro le reclamaba al padre. El padre era igual al viejo del final. Era de cera y tiene una vela. Las velas son vidas.

Xibalba es un candelero que decide quién vive. Es un viejo muy avaro que esclaviza a la gente. Explica que Xibalba es un Dios maya del inframundo que simboliza a la muerte. Es un personaje de la película “el libro de la vida” hecha en dibujos animados

En la segunda escena el espacio y el tiempo se enojaban con la vida.

 

En el siguiente encuentro, le propongo a Patricio que cuente nuevamente lo que recuerda del sueño y al volver sobre la primera escena con el hombre de cera, dice “la historia se repite”, siento claridad, haber entendido todo.

Sensación de tranquilidad. Me estoy tratando de decir algo a mí mismo.

Recuerda una frase que le había dicho en otra sesión: las personas hacen lo que pueden, no lo que quieren “Me cuesta mucho resignarme a que sea verdad pero ahora creo que es cierto”

Nunca me pongo en lugar de prioridad, siempre me coloco en segundo plano.

En mi vida, la historia se repite, me genera tranquilidad.

 

En la sesión siguiente dice: “me estoy empezando a sentir más tranquilo, con más calma, sensación de más calma. Estoy cansado de pelearme con la realidad. Se te pasa la vida por delante. Nos olvidamos de las cosas grandes. Me estoy reencontrando con mi vieja

Me creo autosuficiente. No tengo ganas de seguir atado a los fracasos”

Al mencionar la palabra fracaso  se me ocurre preguntar por la materia que tiene pendiente.

Cuenta que el profesor era desagradable, pintón, suficiente. Odiaba las respuestas que é tenía. Era estricto en el contenido. Complicaba las cosas.

Me cuenta que me ganó de mano porque se anotó en el plan fines para rendir la materia y terminar la secundaria.

Cuando le pregunto cómo puede ser que en estos doce años no se le haya ocurrido antes tratar de rendir la materia, dice que quizás fue un acto de rebeldía,

es una manera de aceptar el fracaso. Aceptar la pérdida.

Cuenta que su madre, si bien tuvo que criar a 7 hijos sola y con pocos recursos económicos, siempre fue muy crítica, absolutista, arrogante, exigente.

Patricio siempre asistió a las olimpiadas de matemáticas y si algún año no lo hacía, esto era muy mal visto por su madre.

 

La atención flotante implica abandonar nuestros prejuicios y nuestras defensas y lanzarnos a la deriva significante esperando que la marea haga lo suyo. Si de un lado el paciente asocia libremente, del otro lado el analista queda librado a la escucha, uno y otro inconsciente se encuentran.

El inconsciente del paciente y el del analista se unen y trabajan haciendo un equipo dinámico y fructífero.

Lo trabajado en el espacio analítico queda resonando en la cabeza del analizante fuera de sesión.

Lacan dice que el análisis a veces transcurre más entre sesiones que en sesión.

Pero esto que acontece no es un exclusivo mecanismo del paciente.

A los analistas también nos quedan resonando los significantes vertidos en el espacio analítico. Los analistas soñamos con los pacientes, asociamos y ligamos fuera del consultorio también.

 

Fue después de esta sesión, fuera del espacio analítico cuando aparece una ocurrencia en mi cabeza que viene a colación de todo lo trabajado con Patricio en las últimas sesiones.

“La historia se repite” ésa es la frase con la que termina el sueño; yo intuía que esa frase era importante, la sensación de calma que le provocaba a Patricio, el haber entendido todo, daba la sensación de que era una frase reveladora de algún punto nodal.

Había intentado indagar en Patricio alguna asociación sin lograr que aparezca ningún sentido relevante en esa frase.

La metáfora, la condensación se me aparece a mí en el momento menos pensado.

Lo que no había pasado por mí pensamiento era que la palabra HISTORIA en realidad se refiere a la materia HISTORIA que es la que adeuda Patricio para terminar el secundario.

La única materia que reprobó Patricio luego de haber tenido sobresalientes notas en toda la vida escolar es historia.

Patricio tiene que repetir el examen de historia luego de haber fracasado en la cursada por primera vez en su vida.

Ese fue su acto de rebeldía, su manera de aceptar el fracaso, la pérdida.

 

El viejo del sueño es el profesor que remite a la ley, es el que sopla la vela, es el candelero que decide quién vive.

Si bien este episodio en su vida le provocó mucha frustración e impotencia, en el sueño le daba tranquilidad, calma.

La tranquilidad que otorga la ley que muestra al sujeto que está barrado, que no es Dios.

Patricio no se animó a repetir el examen de historia, y así evitar ser químico, “es como jugar a ser Dios” había dicho.

El examen de historia lo tenés que repetir, sentencia el Xibalba, el viejo candelero avaro.

El padre ausente en la vida, se hace presente en el sueño, padre de los dos hermanos enfrentados que son uno solo.

El profesor desagradable, pintón, estricto, el que complica las cosas, porque le pone un límite al goce del sujeto, le impone la ley que en definitiva lo tranquiliza, le recuerda que se encuentra en el terreno de la neurosis, que está barrado, castrado…

Le pone un palo/falo impidiendo que la boca del cocodrilo/madre lo devore.

Le advierte a Patricio que está instalado como sujeto del lenguaje del inconsciente.

 

Está “interpretación” acudió a mí mente de manera sorpresiva y emocionante. La sensación interna de haber descubierto la pólvora, algo importantisimo para el paciente.

Esta asociación muy posiblemente iba a causar efecto de cambio en el tratamiento.

Pensé cuál podía ser la mejor manera de introducir esta asociación en Patriciosin sugestionarlo. Por lo tanto decidí en la sesión siguiente proponerle que trate de pensar nuevamente en la frase “la historia se repite”, que la dé vuelta, que la exprima y la reconstruya.  Por supuesto (como era de esperar) Patricio me manifestó que nada le llamaba la atención en esa frase.

No contento con esta respuesta le propuse que se lleve tarea para el hogar y que piense para la próxima todas las asociaciones posibles.

En la sesión siguiente ante mí reiterada e insistente pregunta sobre esta frase, (como era de esperar), vuelve a decirme que no pudo asociar ni ligar nada nuevo.

Por lo tanto me encomiendo en la tarea de transmitir mí brillante “interpretación” donde la palabra historia en realidad se refiere a la materia que adeuda y que si bien lo mortifica en la vida real en el sueño le daba tranquilidad el hecho de haber repetido esa materia.

Patricio escuchó mí extraordinaria “interpretación” con indiferencia como quien escucha el pronóstico del tiempo en la radio.

El efecto tan esperado de sorpresa y clarificación ante tan genial ocurrencia por parte de su analista no sucedió en absoluto y pasamos a otro tema rápidamente sin pena ni gloria.

 

En el escrito “Construcciones en el análisis” (1937) Freud dice: “Si en los trabajos sobre técnica psicoanalítica se dice tan poco acerca de las «construcciones» es porque en lugar de ellas se habla de las «interpretaciones» y de sus efectos. Pero creo que «construcción» es desde luego la palabra más apropiada. El término «interpretación» se aplica a alguna cosa que uno hace con algún elemento sencillo del material, como una asociación o una parapraxia. Pero es una construcción cuando uno coloca ante el sujeto analizado un fragmento de su historia anterior (…)”.

Nos dice que en realidad el trabajo del analista es similar al de un arqueólogo que construye las paredes de un edificio destruido a partir de los cimientos que han quedado.

A partir de los aportes posteriores de Lacan me animo a agregar que esa construcción la debe hacer el equipo arqueológico analista/analizante y justamente ese equipo es el que debe ir corriendo al psicoanalista del lugar de sujeto supuesto saber siendo este movimiento el verdadero camino en la dirección de la cura.

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