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El narcisismo en Lou Andreas Salomé.

Autor: Marta Arzone

EL NARCISISMO EN LOU ANDREAS SALOME (Como doble dirección -1921)

            “Introducción del Narcisismo”, la innovadora posición de Freud, se había publicado en 1914 y había impactado mucho a esta filósofa y tardía psicoanalista (comenzó a estudiar el campo psi a los 51 años). Siete años después, a pesar de la variación de la teoría pulsional durante ese período, la autora escribe la obra “El narcisismo como doble dirección”. Si bien parte de la misma hipótesis que Freud, aborda aspectos no tomados por el maestro vienés.

            En su ensayo desarrolla diversos aspectos en los que, considera, que el narcisismo está implicado:

1.- Como estructurante del aparato psíquico.
2.- En relación con el objeto, en las relaciones amorosas.
3.- Desde los valores, en la ética, a partir del Ideal del Yo.
4.- En la creación artística.

            Se hará un breve comentario de estos ítems

1.- El narcisismo en el origen del Yo

            Lou describe la importancia que supone para el niño nombrarse como “Yo”. Demás está decir que hay un paso importante entre determinarse en tercera persona “el nene” o por sus nombres, a decir “Yo” amén del cambio de carácter que ocurre en los niños y que coincide con este momento. Con ese primer yo el niño no sólo se adentra en un yo más conciente sino también toma conciencia de una pérdida de placer que supone que nos encontramos pasivamente incorporados a algo, aún no diferenciado, que es el propio medio en el que se halla inmerso, con el que debe enfrentarse. Este surgimiento individual supone para Lou una herida narcisista. Es muy común que los niños identifiquen un objeto que sustituye provisionalmente la universalidad perdida, un doble complementario que ayude a restañar la herida. Winnicott lo denominó “Objeto transicional”, como sustituto en la separación de la madre.

            La autora considera que el propio cuerpo tiene una posición de frontera: límite del narcisismo y a su vez unión entre el Yo y el mundo, parte de ese mundo exterior, de lo extraño, que representa también a nuestro Yo.

            Aborda el tema de la imagen especular como fundamental al Yo. Esa imagen prueba nuestra limitación y nos deja percibir cómo hay un mundo que está afuera de ese yo (esto lo describe en su obra filosófica “La hora sin Dios”, escrita en 1909).    

Si bien Narciso es el  héroe del espejo y el responsable de que se piense al narcisismo como erotismo del Yo, en la satisfacción de la propia imagen, Lou señala que en el mito ese espejo es el agua, donde se contempla a si mismo como un todo, en intima fusión con la naturaleza, representada por el agua. Desde siempre aparece en Narciso un doble sesgo, melancolía además de éxtasis (40). Se aúnan felicidad y tristeza, la del duelo, presentes en el mito milenario.

            El sujeto no se constituye a si mismo desde un acto originario y fundador: debe salir de esa posición narcisista, inscribiéndose en una cadena generacional, haciéndolo mediante el lenguaje, que lo precede.

2 .El narcisismo en el origen del amor

            Salomé se pregunta por qué razón la vida anímica traspasa los límites del narcisismo y pone la libido sobre un objeto. Se trata de una cuestión económica: cuando la investidura de la libido yoica sobrepasa una cierta medida, la vuelca sobre el objeto. Así entiende que su origen es siempre narcisista pero al volcarse sobre el objeto cumple una labor de desintegración de si misma (43). Se juega así una dialéctica: buscar al amor fuera de si, con lo cual el narcisismo se debilita e investir, a su vez, al propio sujeto (recordar la metáfora freudiana de la ameba y los pseudópodos). Lou señala un deseo encubierto de volver a encontrarse con lo maternal, como búsqueda de la completud inicial.

            Hace una distinción en la elección de objeto, señalando la libido de origen femenina y la masculina. Freud había analizado que el tipo de elección de objeto en la mujer sería el narcisista y que en su camino hacia el pleno amor de objeto es el hijo. Este planteo generó enconadas críticas entre quienes bregaban por la necesidad de reconocer el lugar de la mujer diferente de ser madre. Pareciera, se decía contra esta postura, que era una posición restrictiva basada en considerar que ser madre era la única forma de amar y ser mujer. Lou entiende que la libido centrada en lo femenino incluye algo de la manifestación sexual originaria, intensificando el rasgo masoquista. Alude a un retroceso a la pasividad por su cercanía al estado narcisista originario, identificándolo con feminidad. La autora considera que el narcisismo se halla presente en todas las relaciones amorosas y no como señal de inmadurez yoica, como lo apuntara Abraham. Piensa que aún en la libido que tiende a la posesión del objeto sigue presente el narcisismo ya que vincula la propia existencia a la del compañero, con el que se identifica.

            En el mito, elegido por Freud se habla de aquél al que le es imposible el deseo fuera de si mismo, es inconciliable pensar en ser uno más en el gran engranaje del universo: salir de si es la muerte. Para Freud es la simbolización del amor perfecto que no puede desear más allá de si mismo y es precisamente por eso mismo que no puede vivir.

            En la libido masculina entiende que el empobrecimiento del Yo entra en contradicción con  el impulso del dominio del Yo.

3.- El narcisismo de los valores- El Ideal del Yo y el Yo Ideal

            El tercer aspecto en el que Lou ve la incidencia del narcisismo es en las valoraciones. Desarrolla la idealización del objeto y la formación del Ideal del Yo, de donde hace derivar la organización de los valores éticos y la religión de los hombres.

            Respecto de la idealización de los objetos, incluye la sublimación de la pulsión. Señala que el individuo, una vez que toma conciencia, se aleja cada vez más de las formas de su identificación infantil, crece el simbolismo y la imposibilidad de cumplirlas. Se desplaza entonces hacia lo simbólicamente válido y valorado. Cómo lo hace? Aumentando el valor del objeto, del elemento sustituto, poniendo en él gran carga libidinal, soborna con éxito al juicio de realidad, dice, y negocia con él. El valor equivale a lo uno y el todo. Indica que a partir de la represión primaria el sujeto entra en el mundo simbólico, de la palabra. Cuando se separa del narcisismo primario busca lo perdido en el objeto de amor, sin embargo ya no es el objeto de amor lo que ama sino aquello que simboliza, en lo que lo ha transformado.
Relaciona la teoría con la clínica y explica el narcisismo en ciertas patologías, por exceso o por defecto en la valoración del objeto y en el conflicto con el juicio de realidad.
En exceso: lleva al sujeto a una excesiva confianza que puede chocar con la realidad exterior.
En defecto: debilita de tal modo la confianza del sujeto que cuando se somete al juicio de realidad ni siquiera los más grandes éxitos le generan una alegría real.

            La persona “normal” sería para Lou aquella que equilibra su existencia en estas dos direcciones, con elementos que provienen de lo “maníaco” y de lo “melancólico”. Ese equilibrio se traduce en una química particular y subjetiva, propia de cada persona. Es la forma en que se combinan los elementos más idealizados y  más despreciables a nuestra manera de vernos. Somos nosotros quienes nos decepcionamos o disgustamos con nosotros mismos. Ambos aspectos están tan unidos en nosotros que forman un binomio que sorprende, por la forma en que se aproximan entre si.

            Los temas de idealización y sublimación también habían sido tratados por Freud en “Introducción del narcisismo”

            Con la idealización del objeto, a partir del narcisismo, surge también el narcisismo que origina el Yo Ideal. Convergen en la formación de nuestra imagen elementos complejos amén de factores del contexto que fueron tomados como modelo para su formación, los mandatos de nuestros educadores y el quantum de libido de objeto que nos unen con las personas que cuidan de nosotros, que convergen también en la formación de nuestros “valores ideales”.

            Cuando Freud habla del enamoramiento también hizo hincapié en la proyección del Ideal del Yo sobre el objeto de amor. Al respecto sostuvo que “…El objeto se ha puesto en lugar del Ideal del Yo”. Así el objeto es tratado como nuestro propio yo. Se concentra una mayor carga libidinal de tipo narcisista y es por ello que el yo se empobrece y sufre en algunos casos, equilibrándose cuando estamos en presencia del amor recíproco. Si la reciprocidad falta, es el amor que se aproxima al duelo. Forma peligrosa para nuestro narcisismo que genera no sólo el empobrecimiento de éste sino que también empobrece al objeto ya que frente a la exagerada idealización se diluye y se desmiente.

            Otro aspecto al que da lugar el narcisismo, como consecuencia de todo lo referido, es la secuencia de valoraciones que un sujeto establece, según un orden propio, a los que Lou señala como “valoraciones”. Así entiende que nos valores éticos serían la traducción del rendimiento máximo de nuestro narcisismo, originándose por consiguiente en nuestra propia esencia.

4.-El narcisismo en el arte

            El concepto también penetra en lo estético, en la actualidad volcado en el Psicoanálisis del Arte y el Psicoanálisis cultural para describir las paradojas o conflictos que ligan al acto de creación con el universo psíquico y también para interpretar algunas formas características de la cultura de masas, la interacción personal en la sociedad urbana y las deformaciones y particularidades que la creatividad puede adquirir bajo ciertos modelos sociales o publicitarios. Lou señala que los artistas son capaces de realizar creaciones tan extraordinarias como las del sueño. Con un aditamento: la posibilidad de repetirlas, de darles forma en el mundo cotidiano.

Conclusión

            Lou toma el narcisismo como lo más propio de un sujeto en el estado originario de fusión con el todo y el nacimiento del Yo en el mundo externo, en lo extraño. Destaca a la pulsión como un continuo que se dirige hacia el objeto y que vuelve a lo originario. Sería una posición más cercana a la de Jung que hablaba de una libido universal pero se diferencia de él en el sentido que para Salomé esa libido es siempre sexual.

Bibliografía
ANDREAS-SALOME, Lou- El narcicismo como doble dirección-Obras Psicoanalíticas- Tusquets editores 1982.
-Aprendiendo con  Freud. Diarios de un año 1912/1913-Laertes SA, Ediciones Barcelona, 1980.

FREUD, Sigmund – Introducción del narcisismo (1914 c)- Obras completas Tomo XIV pág. 65-Amorrortu editores 1ra edición-9na reimpresión 2007.
-Lou Andreas Salomé (1937 a) –Op. Cit. Tomo XXIII pág. 299.

SELENA de la HOZ, José Vicente- Creación artística e identidad personal- Centro Valenciano de estudios y de investigación Alfonso el Magnánimo

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