Débora… la que devora
Marta Nelida Arzone. Trabajo presentado en la Jornada Clìnica 2024.
Luego de estar en el espacio analítico durante dos años D. (32 años) propone reducir los encuentros a una vez por mes o dejar la tarea. Señala que está estancada y agrega; “Yo tengo que hacer algo, algún click que no sé por qué no lo hago. Siento que no se puede hacer nada por mi” (los resaltos me pertenecen). La gran pregunta es si en algún momento su objetivo fue analizarse. ¿Hay en ella un “halitus vitae”?
En todo el recorrido hubo un denominador común: anular siempre los proyectos de trabajo. No sólo en lo atinente a su tarea cotidiana sino también a su trabajo psicoanalítico. ¿Hubo alguna vez un afán de internarse en la falta de perspectiva que impregna su vida?
En forma casi continua empobreció el análisis y por ende empobreció a la analista, que se vio castigada por su violencia vindicativa, violencia dirigida en la persona de aquélla a un padre abusador.
En definitiva, el colofón del último encuentro fue el abandono de la pareja terapéutica y seguir sola. Sin embargo, hubo un intento de poner la “culpa” fuera de ella: que decida la analista, siendo la disyuntiva verse una vez por mes o dejar; que afronte el otro. Es llamativo el uso del impersonal “se” (no se puede hacer nada por mí), expulsa la responsabilidad, es una mera espectadora. ¿Que todo provenga de afuera, del otro?
O se vive echando la culpa, se hace cargo de sus decisiones: “La que tenés que hacer por vos sos vos”, dice.
No hay un click al modo de la extracción de la piedra de la locura de la forma en que magistralmente lo plasmó Pieter Brueghel el Viejo en su famosa obra.
No hay una consulta médico-psiquiátrica en la que mediante una extracción por medio de una cirugía –que en modo similar al retiro de los cálculos renales o biliares- arroje fuera de la paciente el núcleo de su locura o de su padecer mental.
Bion (1963 “Elementos del Psicoanálisis”), erigido uno de los representantes salientes de la Escuela Inglesa de Psicoanálisis, aborda el estudio del aspecto psicótico de la personalidad y dentro de ese perfil recurre al concepto de “reversión de la perspectiva”.
Su paciente – al igual que D. – permanece fijado a lo que la analista le presenta aparentando engañosamente que habla el mismo lenguaje que ésta, y muestra pensamientos que coinciden con ella. Digo “engañosamente” porque en realidad lo único que el paciente hace es concurrir a las sesiones analíticas y dejar todo lo demás a cargo del profesional. Eso trae aparejado un empobrecimiento del análisis y también de la analista. No hay construcción. Hay congelamiento. Aquello que debiera ser dinámico se torna estático. El despliegue evolutivo del análisis se detiene. Hay una negación ominosa de la analista. En silencio.
En el caso D. la analisante, luego de un tiempo prolongado, “maneja” el análisis mediante un mecanismo de devolución a la analista de lo que ella misma dice. Conoce las teorías de la profesional pero en ningún caso hay “insight”. Aparenta que acepta una interpretación pero embozadamente, la rechaza.
Bion señala que la reversión de la perspectiva aparece en el momento en que las interpretaciones analíticas fisuran las estructuras del paciente y éste recurre a esa opción al modo de un delirio. El paciente muestra una posición fronteriza.
En este caso, cuando la analista realiza mínimas o nulas interpretaciones, limitando su actividad a la escucha en forma casi exclusiva, pretendiendo desestabilizar este accionar defensivo, la paciente pone punto final al análisis.
Para explicar el concepto que se viene desarrollando, algunos autores han hablado de la existencia de un doble contrato: por un lado D. pide ayuda a la analista, es decir, un aspecto manifiesto, y otro oculto para ella que busca vulnerar el trabajo analítico. ¿Acaso no ocurre algo de esto en todos los pacientes? ¿No ha enunciado Freud que existe una fuerza que tiende a la salud –pulsión de vida- mientras que por otro lado existe una que como anverso y reverso de una misma moneda, pretende perpetuar la enfermedad -pulsión de muerte-? En D. se ponen en evidencia ambas fuerzas: lo nutricio y lo vacío, lo que mata los aspectos vitales que hay en ella. Se discapacita y discapacita a la analista, desvitaliza. ¿Qué hace con lo que habla, con lo que provoca?
Su demanda es saber, aunque en verdad busca un no saber, porque lo realmente penoso, inconciliable, es el dolor que la llevaría a aceptar ese saber.
Abraham alude al fenómeno del doble contrato y lo considera una resistencia con ribetes específicos. Señala que los pacientes que la presentan, en lo Cc, tienen buena predisposición para el análisis, hablan en las sesiones aunque es pobre la asociación libre, relatan sueños dando explicaciones sólo del sentido manifiesto.
Bion (1963 op.cit.) hablará de un cierto tipo de paciente cuyo tratamiento pareciera avanzar en forma positiva, que aparenta ser colaborativo, parece tener “insights”, pero no es así. El autor da un ejemplo muy gráfico con un dibujo de fondos blanco y negro – que toma de la Teoría de la Gestalt, fondo y forma – en el que, según que el color del fondo sea más pregnante para el observador, será capaz de distinguir dos copas o dos perfiles humanos. La elección de una lleva a la negación de la otra, aun cuando se conozca su existencia. ¿Es quizá porque el “insight” es doloroso, que el paciente hace todo lo posible para negar la posición depresiva? ¿Es eso lo que impide el avance del curso del análisis?
Radchik (2015, Perspectivas del psicoanálisis) señala que hay tres formas de oposición al insight y, por ende, a la elaboración de los conflictos internos en un análisis. Ellos son: el acting out, la reacción terapéutica negativa y la reversión de la perspectiva. En este último caso, señala, hay un acuerdo manifiesto pero un desacuerdo latente entre paciente y analista. El paciente ve todo lo que pasa en el proceso analítico pero desde otra perspectiva, con otras premisas.
Es usual que en el paciente haya mociones encontradas pero dentro de lo que Bion denominó como perspectiva reversible: un posicionamiento del paciente por saber lo que le pasa centrado en el descubrimiento de lo Icc. Ahora bien, en la reversión de la perspectiva el paciente sabe algo, doloroso, lo reniega, hace de cuenta que no lo sabe: su deseo está puesto en un no conocer aunque sabe. Se trata de una forma de pensamiento especial cuya finalidad es la de evitar el dolor mental. Impera el deseo de desconocer. Sin embargo, paradójicamente, tal tipo de pacientes también buscan la cura.
Este fenómeno actúa sobre la parte psicótica de la personalidad, dominada por la pulsión de muerte. Es un mecanismo que impide cambiar el propio punto de vista y aceptar el de los demás.
Para aludir a los conceptos lacanianos, el analista, quien al inicio del análisis es puesto en el lugar del sujeto supuesto al saber, en la reversión, es colocado en el no-saber y el paciente se ubica como sujeto que sabe y que no desea conocer.
Como lo sostiene la filósofa y psicoanalista Cynthia Fleury en su reciente libro “Aquí yace la amargura”: “Cuando para el sujeto ya no queda más que el desasosiego, es casi imposible abandonarlo. Poco a poco habrá que convencer sin dar la impresión de que hay sujeto en otra parte, un sujeto que trabaja, a diferencia de un sujeto de ocio.” Cuando la analista intenta hacer “trabajar” en sesión a D., la paciente propone la entrevista mensual o el abandono de la terapia. Es la posición feroz para impedir que haya salida alguna, en el límite de la psicosis. Prosigue la autora: “Para el analista no es fácil tomar posición porque el único goce que encuentran estos pacientes es hacer fracasar a su analista ya que aún no proponer nada no frena la repetición de la no-salida.”
Dependerá del deseo del paciente de curarse y de la habilidad del analista para percatarse de ese fenómeno para resolverlo o no. D. obtura ese deseo y cuando la analista percibe su accionar, abandona el análisis.
Bibliografía:
- ABRAHAM, Karl “Psicoanálisis clínico” (1911) Ediciones Hormé , Buenos Aires, 1959
- “Una forma particular de resistencia neurótica contra el método analítico”.
- BION, Wilfred “Elements of Psycho-Analysis.” Ed. William Heinemann, 1963,
“Aprendiendo de la experiencia“, Paidos, 2015. - FLEURY, Cynthia “Aquí yace la amargura”, Siglo veintiuno editores, 2023.
- FREUD, Sigmund “Más allá del pricipio del placer” (1920), Sigmund Freud, Obras Completas, T XVIII Amorrortu editores, 2007
- LACAN, Jacques “El seminario” Libro 8 “La transferencia”, Barcelona, Paidós, 1992.
- RADCHIK, Alejandro “Perspectivas del psicoanálisis”, Universidad Nacional de México, 2015.