Sabina Spielrein: Aportes a la teoría psicoanalítica
SINOPSIS:
El presente trabajo es producto de la investigación histórica que se ha estimado de importancia fundamental para poder comprender el desarrollo posterior sobre la teoría pulsional y que en muchos casos resulta desconocido a la comunidad psicoanalítica.
Se habla frecuentemente de los “padres” del psicoanálisis. Sin embargo el estudio de la psique tuvo también “madres”, la más importante de las cuales fue Sabina Natfulovna Spielrein quien fuera la primera mujer que produjo un impacto imborrable en el psicoanálisis.
En 1911 presentó su tesis “El contenido psicológico de un caso de dementia praecox” su pervisado por Eugen Bleuler.
En 1912 publica “La destrucción como causa del devenir”, donde vuelca sus impresiones y conclusiones sobre la pulsión de muerte. Ya había tratado el tema en 1908 en el “Diario de la transformación”, bajo la influencia de su vínculo con Jung. Si bien Freud ya había incursionado en la cuestión pulsional es recién en 1915 cuando ve la luz “Pulsiones y destinos de pulsión” y en 1920, ocho años después, en el trabajo “Más allá del principio del placer” cuando introduce el concepto de pulsión de muerte.
Uno de los interrogantes que conduce a Sabina a su investigación es ¿por qué la pulsión sexual da cabida a emociones positivas pero también negativas? ¿por qué genera, además de placer, angustia y repugnancia?. Entiende que conviven en la vida psíquica de un individuo la destrucción y la transformación como producto de la lucha entre dos fuerzas: la del Yo y la de la especie. Y señala al final de su obra: “… existen también desde un punto de vista psicológico dos componentes antagónicos y por ende, es un instinto tanto creativo como destructivo…”
DESCRIPTORES: Spielrein- pulsión de muerte- destrucción- transformación
SABINA SPIELREIN: APORTES A LA TEORÍA PSICOANALÍTICA
“Desafío, porque en la vida he de realizar algo noble y grande Yo no estoy hecha para lo cotidiano. Para mí se trata de una
lucha de vida o muerte”
Sabina Spielrein-“Juego Limpio” (Diario)
Esta presentación es producto de la convocatoria realizada por el Dr. Ezequiel Achilli, en su carácter de profesor del que autodenominamos “grupo de los miércoles” a los que concurrimos al curso “El círculo de Freud”.
Escribir algunas reflexiones es la resultante del tránsito por ese espacio. Probablemente sea una oportunidad para recordar conceptos o ideas ya muy conocidas pero quizás sirvan para tener una mirada diferente porque son abordados desde un lugar no transitado habitualmente.
Se trata de visibilizar otros aportes, otras voces, que han surgido de quienes formaron parte de ese Círculo. Con ello también emerge un interrogante ¿quién abrevó en los conocimientos de quién?
Cuando se habla del nacimiento del psicoanálisis generalmente se hace referencia a sus “padres” si entendemos como tales a Sigmund Freud y a los otros integrantes del Círculo de Freud que también pueden recibir tal nominación. Sin embargo el estudio de la psique tuvo también “madres”, la más importante exponente de ellas fue sin duda Sabina Natfulovna Spielrein quien fuera la primera mujer que produjo un impacto imborrable en la teoría psicoanalítica.
Nació en la Rusia zarista, en Rostov del Don, al suroeste del país (1885). Su padre fue un hombre violento, manipulador, que ejercía una influencia sumamente perniciosa sobre su familia, aplicando castigos físicos cuando creía que eran oportunos, en general, muy a menudo. Como consecuencia de ello los cinco hermanos Spielrein crecieron como niños nerviosos, con fuertes lazos de amor-odio hacia sus padres a los que Jung calificó de “sadomasoquistas”.
No resulta extraño que a los 4 años en Sabina se despertara una precoz sexualidad con tintes masoquistas y un comportamiento compulsivo agravado a medida que pasaron los años. Así es que a los 16 su estado empeoró en forma fulminante, a raíz de la muerte de una hermana; cambios de humor, fugas del hogar y dos intentos de suicidio. Bruno Bettleheim es su artículo “Escándalo en la familia” señala que en esta época se había descrito su padecimiento como un trastorno esquizofrénico o una histeria severa con rasgos esquizoides.
Sus padres se hacen cargo de la situación y deciden su internación en una clínica Suiza –el famoso Hospital Psiquiátrico Burghölzi- donde, por su agresividad, fue considerada una paciente intratable, hasta que un joven médico suizo, de apellido Jung decidió que la muchacha era apta para probar el método que preconizaba el Dr. Freud. Procedió a aislarla de su familia, ya que comprobó que sus crisis se agravaban cuando algún miembro de su entorno la visitaba.
El mismo se ocupó de que Sabina recibiera un trato preferencial y de estar siempre cerca de ella. Esto último generó una extrema dependencia de la paciente hacia el psiquiatra, agravándose sus crisis si él no se encontraba en la clínica.
Fue tal la mejoría lograda por Jung en ella, que decidió matricularse en la Universidad de Zurich para convertirse en psiquiatra, obteniendo resultados espléndidos en sus estudios. Sea cual fuere el concepto o la opinión que merezca la teoría junguiana, no se debe omitir su importante logro en el caso Spielrein pues la curó del trastorno por el que le había sido confiada.
En setiembre de 1911 presenta su tesis “El contenido psicológico de un caso de demencia praecox”. Fue uno de los primeros trabajos en los que se hizo alusión al término “esquizo” (esquicia) recién acuñado por Eugen Bleuler quien, a la sazón, fue supervisor de ese trabajo. Spielrein estudió el discurso delirante de una paciente esquizofrénica, hostil y deteriorada cuya preocupación eran la muerte y la decadencia. Sin embargo, era incapaz de coordinar verbalmente su pensamiento de modo tal que la tarea de ella consistió en desbrozarlo desde su propia consideración de las condiciones de desdoblamiento y disolución. Luego cotejó este análisis con el informe médico sobre la paciente –a la que nunca había visto-. Respecto de la tesis dice Bettleheim: “La expaciente se había convertido en una estudiosa de la esquizofrenia, en una médica que trataba pacientes con trastornos mentales, en una pensadora original que desarrolló ideas que más tarde tuvieron gran importancia para el sistema freudiano”.
Finalmente introduce consideraciones referidas a la mitología, seguramente bajo la influencia de su vínculo con Jung. Este la insta a que escriba su estudio sobre un tema angular: las pulsiones. Y así es como en ese mismo año surge a la luz su “Diario de la transformación” en el que venía trabajando desde 1908.
Un año después, es decir en 1912 publica “La destrucción como causa del devenir” donde vuelca sus conclusiones sobre la pulsión de muerte y fue sobre este trabajo en el que Freud desarrolló posteriormente su teoría en torno a ella. En este orden de ideas publica 8 años más tarde “Más allá del principio del placer”. Allí el nombre de Sabina aparece en una nota a pie de página, que expresa: “En un trabajo muy rico en ideas, aunque para mí no del todo transparente, emprende Sabina Spielrein una parte de esta investigación y califica de “destructores” a los componentes sádicos del instinto sexual.” Se destaca así la gran contribución que Sabina hizo a la teoría freudiana ya avanzada. En la publicación comentada culmina señalando que la pulsión de procreación, y con ella la preservación del hombre “…consiste también desde un punto de vista psicológico en dos componentes antagónicos, y por ende, es una pulsión tanto creativa como destructiva…”
Un año antes de esta edición es llamada para ser miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Viena siendo- en un momento- la única mujer entre sus integrantes (ya había renunciado Margaret Hilferding). Era la más joven de las psicoanalistas en realizar la publicación de sus trabajos, pues contaba tan sólo con 26 años. El miércoles 29 de noviembre de 1911 expone allí el contenido del trabajo citado afirmando que Freud erraba al entender que la conflictiva angular del psiquismo pasa por el enfrentamiento entre pulsiones de autoconservación y sexuales. Sostiene que la verdadera puja es entre Eros y Tánatos, entre la vida y la muerte. Entiende que la destrucción es una pulsión mortífera que lucha aún contra la pulsión sexual.
A raíz de ello, al día siguiente Freud escribe a Jung: “Fraulein Spielrein leyó ayer un capítulo de su ensayo, seguido de un esclarecedor debate… Debo decirle que ella es bastante atractiva, muy inteligente y por lo tanto empiezo a comprender algunas cosas…”.
La última frase no es gratuita. Tiene consecuencias. Efectivamente, hubo que esperar hasta 1920, luego de la I Guerra Mundial, luego de la muerte su hija Sophie, para que Freud escribiera ese texto emblemático “Más allá del principio del placer.” Al presentarlo, Freud se pregunta: “Por qué nosotros necesitamos tanto tiempo para decidirnos a reconocer una pulsión destructiva? La muerte es la compañera del amor, juntas rigen al mundo. Eso es lo que dice mi libro.”
Por eso para Juan Carlos Volnovich se ha tratado de un caso de expropiación intelectual en la historia del psicoanálisis.
Para sus investigaciones se basa en la propuesta del médico y biólogo ruso –Ilya Mechnikoff, científico que fuera Premio Nobel en 1907 y precursor de la inmunología- en la cuestión de la existencia de la pulsión de muerte que se haría presente al final de una larga vida (obra “El ritmo de la vida”-1903).
Su punto de partida eran las siguientes incógnitas: “Por qué la pulsión sexual, da cabida a emociones tanto positivas como negativas?” Por qué genera, además de placer- angustia y repugnancia? Adjudica estos últimos sentimientos más a las mujeres que a los hombres, quienes muchas veces se preguntan no sin un dejo de insatisfacción: es esto lo máximo, el summum del placer? Esto genera, sostiene Sabina, una profunda angustia femenina ante lo transitorio y lo efímero del placer obtenido en la relación sexual.
Considera que destrucción y transformación son signos inequívocos de la pulsión sexual, puesta al servicio de la procreación como sostiene Freud. Entiende que en el amor sexual el Yo puede fundirse con el otro en una fase que ella considera no exenta de peligro (porque es precisamente la antítesis del Yo) -aunque placentera- porque un sujeto se funde con el otro que se parece tanto a uno.
No obstante ello ese Yo que corre el peligro de desintegrarse mediante la influencia de las pulsiones sexuales, origina fantasías destructivas. Conviven entonces, en la vida psíquica de un individuo la destrucción y la transformación como producto de la lucha entre dos fuerzas: la del Yo y la de la especie.
Ampliando el concepto anterior: para ella el Yo siempre responde con una actitud de represión ante la activación del deseo sexual, viviendo a éste como una amenaza. A raíz de ello habría en la mente imágenes de destrucción y muerte frente a esa amenaza de disolución. Es por esto que algunos autores señalan que Spielrein formuló más que cuestiones atinentes a la pulsión, una nueva teoría de la represión como consecuencia de la naturaleza prohibida de la pulsión libidinal.
Enuncia, a partir de estos conceptos el “principio de transformación” como inherente a la pulsión sexual al considerar que es mediante ella que se transforma lo antiguo en lo nuevo. Pero señala que esto “nuevo” es algo semejante a la sublimación, diciendo al respecto: “Esta fuerza demoníaca cuya misma esencia es la destrucción (el mal) es al mismo tiempo la fuerza creativa, ya que de la destrucción (de dos individuos) surge uno nuevo”.
“En los neuróticos –dice Spielrein– el componente destructivo se encuentra a expensas de la exaltación del amor al objeto”.
Considera en cambio, que en los psicóticos, el sujeto escapa de los objetos de amor externos a sí mismo y sólo es el propio individuo el que se erige como objeto de la libido, siendo su resultante la destrucción de sí mismo.
Sabina toma distintas vertientes para el enunciado de sus postulados: la biología, la vida psíquica y la mitología. Respecto de esto último interpreta que hay una conexidad entre lo biológico y lo mitológico encarnado en el amor wagneriano e infiere, con carácter general que “el acto de la procreación consiste en la destrucción”.
El principio de transformación ya aludido contiene entonces la creación y la destrucción y lo relaciona con la dialéctica de la pulsión sexual colectiva de la conservación de la especie y la pulsión autoconservadora del Yo individual.
Si bien se advierte la influencia junguiana en varios aspectos, no es menos cierto que disiente en otros en forma diametral. A propósito, Jung confiesa que al leer el trabajo de Sabina encuentra conceptos paralelos con los propios, generando una enconada réplica por parte de ella que da lugar la respuesta de aquél: “Lo dije como un cumplido – la prioridad es tuya. El deseo de muerte fue siempre más claro para ti que para mí”
Después de la Gran Guerra Spielrein fue designada para representar el psicoanálisis ortodoxo en Ginebra.
Más tarde se dedicó al análisis con niños, vinculando en 1920 el psicoanálisis con la psicología del desarrollo y la lingüística en un artículo “Origen y desarrollo del discurso hablado” que daría lugar, en el siglo pasado al gran debate entre Piaget- quien fuera su paciente durante un tiempo- y Vigotsky.
Ofreció análisis didáctico en el Instituto Rousseau de París trasladándose posteriormente al Instituto Psicoanalítico de Moscú, donde realizó actividades conjuntas con el ya nominado Vigotsky y su colega Luria.
El psicoanálisis fue prohibido en la Unión Soviética en 1936 y en 1941 Sabina es ejecutada en una redada antijudía junto a sus dos hijas.
BIBLIOGRAFIA
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-SPIELREIN, Sabina- Carta a Freud 13-06-1909.
-VOLNOVICH, Juan Carlos. “Sabina Spielrein: expropiación intelectual en la historia del psicoanálisis”- Página 12. 7-7-2009.