Texto

Nicolás Corrao. Trabajo presentado en la Jornada Clínica 2024.

En la clínica con niños y adolescentes existen elementos a considerar para la elaboración de un texto: uno de ellos es el juego, el cual atraviesa una gran cantidad de tratamientos y sumado a la siguiente situación, motivaron la producción de este material: el paciente es un joven de trece años, quien juega no a dejar flojas las piezas del jenga para que se le caiga la torre al analista y vencerlo, sino que las va acomodando para construir una torre lo más alta posible. El analista le explica cuáles son las reglas clásicas del jenga. Aún así, el joven insiste en continuar con su modo de jugar.
¿Es como afirma Winnicott, que la psicoterapia tiene lugar en la superposición de dos zonas de juego: la del paciente y la del terapeuta? ¿O el analista juega a Otro juego?
Durante sus primeros tratamientos con niños, Melanie Klein los atendía en sus casas, hasta que comprendió el efecto transferencial que se produce cuando el niño experimenta que el espacio donde se desarrollan los juegos es diferente a la cotidianidad de su hogar.
La palabra “juego” – proveniente de la raíz indoeuropea “yek”, que alude a “hablar”- deriva del latìn iocus, que significa: diversión, pasatiempo o broma. De allí provienen palabras como “jocoso” o “juglar”.
Sobre palabras trata el siguiente caso, de una paciente también de trece años cuyos padres – separados-, consultaron por conductas de la joven con sus pares en el colegio, lo que dificultaba su integración al grupo. Los padres optaron por cambiarla de institución escolar; sin embargo, su comportamiento no se modificó. En el transcurso de las entrevistas, la joven permanentemente lanza insultos e improperios sobre sus familiares y compañeros de colegio. Su madre le señala este comportamiento díscolo. La joven le retruca que ella también utiliza ese vocabulario procaz e insolente. Durante las sesiones la paciente insiste en jugar al “tutti frutti”, amenazando con no abonar las entrevistas en caso de no resultar ganadora; “se supone que tenés que ayudarme a cuidar mi salud mental, no a empeorarla”, le dice a su analista, quien le responde: “quizás si vos perdés, cuido tu salud mental”. Resultando vencedor el analista, le señala a la joven que ella está perdiendo en su juego; “solamente soy fuerte con la gente que no sabe jugar”, dice la joven. ¿Por qué la paciente elige este juego? Ella responde que hay palabras que no le gustan, como su nombre, y otras que sí, como “Gut” y “Danke”, que en alemán significan respectivamente “bien” y “gracias”. Admira a Tokio Hotel, una banda alemana de rock y utiliza de estado de WhatsApp la frase “Ich mag keine Dunkelheit”, que significa “no me gusta la oscuridad”. ¿Son acaso intentos de hablar otra que no sea la lengua materna?
En el Seminario 12, Lacan define al juego como “fantasma tornado inofensivo y conservado en su estructura” y agrega que, aunque esté enmascarada, la regla es la característica del juego. Tanto el análisis como el juego tienen una regla. Si en el análisis con adultos la regla fundamental es la asociación libre, ¿en la clínica con niños sería: juegue a todo lo que se le ocurra? Melanie Klein afirma: “hay una posibilidad de un análisis con niños, hay una técnica posible, y esa técnica es la técnica del juego”. Recuerda que los psicoanalistas consideraban peligroso explorar las capas profundas del inconsciente de un niño. Encuentra en el juego un medio para que el niño exprese fantasías y ansiedades.
El siguiente es el caso de un niño de diez años, que desde muy temprana edad ha sido víctima de maltrato físico y psicológico por parte de algunos familiares, además de haber presenciado situaciones de violencia entre su madre y los vecinos. Cuando juega a la pelota en sesión, este niño elige ser el Dibu Martínez. O ataja la pelota o el gol no vale si lo convierte su analista. Ante la consigna de no patear fuerte la pelota para evitar enviarla a la casa del vecino, lo que hace el niño es patear fuerte la pelota y enviarla a la casa del vecino. Se acaba el juego y aparece la angustia del niño. Arminda Aberastury dice: “una niña juega con preferencia a la pelota al cesto mientras el varón prefiere el fútbol. En uno y otro juego cada niño elige su puesto en el equipo de acuerdo con sus modalidades y con las capacidades de lucha y de conquista frente al mundo” (pág. 75). Sin pelota, el niño acepta jugar al ajedrez y coloca todos sus peones en la mitad del tablero, modo de obstaculizar las posibles maniobras del otro jugador. ¿Son estos movimientos una posición defensiva del niño en este tratamiento?
En “Más allá del principio de placer”, Freud dice: “Se ve que los niños repiten en sus juegos todo aquello que en la vida les ha causado una intensa impresión y que de este modo procuran un exutorio a la energía de la misma, haciéndose, por decirlo así, dueños de la situación”.
Winnicott nos recuerda que cuando no es posible el juego, el terapeuta debe ocuparse de llevar al paciente de un estado en que no puede jugar a uno en que efectivamente pueda hacerlo. Melanie Klein hace énfasis en “una precondición para el psicoanálisis de un niño es comprender e interpretar las fantasías, sentimientos, ansiedades y experiencias expresadas por el juego o, si las actividades del juego están inhibidas, las causas de la inhibición”.
Los padres de un niño de ocho años consultan porque observan conductas de inseguridad en el menor en diferentes áreas de su vida. Dedican esfuerzos en animarlo a socializar con otros niños cuando concurren a algún lugar público; el menor les pide a los padres que lo ayuden a resolver esa interacción con otros niños. Temiendo que el niño sufra xenofobia por haber nacido en otro país, los padres lo cambiaron de colegio; pero el menor jamás hizo referencia a algún tipo de destrato; al contrario, expresó su desacuerdo ya que dejará de ver diariamente a sus amigos. Por cuestiones laborales, los padres juegan muy poco con su hijo, cuestionándose esta actitud. La influencia de la religión cristiana en las familias de los padres impidió que decidan interrumpir el embarazo, ya que ellos eran muy jóvenes y su relación no estaba pasando por el mejor momento. Si bien se observa timidez en el niño, no es tan marcada como lo describen sus padres. Desenvuelto al desarrollar cualquier juego, trae desde su casa su propio tablero de ajedrez. “En las damas y el ajedrez –afirma Arminda Aberastury- el motor inconsciente del juego es la necesidad de enfrentar a los padres, entrar en su mundo de adultos y competir con ellos. Ya no se parte del azar, sino que el éxito depende de la habilidad para lograrlo mediante el conocimiento de las reglas y el manejo adecuado de sus capacidades (pág. 74)”. “Estoy haciendo una estrategia –susurra el niño-, tengo que tratar de derrotar este problema”. En una distracción, su analista le derriba la reina. En cuestión de algunas jugadas, el niño revierte el partido y expresa: “¡Jaque mate!”. Sin advertirse de su intervención, el analista le destaca haberse animado a vencerlo sin contar con la reina. “Con cronopios o sin ellos –señala Cortázar- pero siempre en torno a su mundo de juego, a esa grave ocupación que es jugar cuando se buscan otras puertas”. Este mismo niño, jugando a ser el doctor de su analista, le receta una medicación para una enfermedad ficticia llamada “Apiritus” y le dice: “Toma este frasco, como si fuera de mentira”. ¿Es este un fallido que revela que el juego se está desarrollando de verdad? En su texto “Juego y transferencia”, Marta Beisim afirma: “El juego de personajes no pone en escena un texto previo, sino que el personaje se construye a medida que actúa. No se sabe desde antes. Es un acto y no una acción cualquiera en la medida que está en relación con el significante; es de alguna manera un acto simbólico”.
Los padres de una niña de seis años consultan por una supuesta tendencia de la menor a comer golosinas en exceso. Suelen comprar chocolates, guardándolos en sectores inaccesibles para la niña, quien solicita un chocolate pero le es negado; aún así, ella se las ingenia para obtener las golosinas, acto denominado por el padre como “narcotráfico interno”. Ante las quejas de la niña de que a su hermano le sirven más comida, los padres le responden que el hermano es mayor y come más. Sobre el embarazo de su hija, la madre afirma: “no me sentía embarazada, me quedé anémica, me absorbía todos los nutrientes de la panza”. Llamativa frase que resuena como si la niña le quitara algo, sin detenerse en la donación que la madre debe efectuar. “La cosa donada arrastra consigo algo que forma parte del ser, de la identidad de quien la dona” sostiene el psicoanalista Gabriel Sedler en su texto: “Juguetes y fantasmas”, y agrega: “El juguete es un objeto intercambiable, no sin pérdida, que permite sostener la experiencia de continuidad imprescindible para el niño. Algo con que hacer frente al destino de ser pura caída del deseo de los padres”. Durante las sesiones, la niña pide llevarse juguetes del consultorio a su casa. El analista accede, pero la niña debe devolverlos la semana siguiente, acuerdo que se cumple dando lugar a una circulación de objetos: una pelota, una soga, un cronómetro, etc. La niña quiere quedarse a jugar; continuamente pregunta cuánto falta para la finalización de la sesión. Dibuja en el pizarrón un reloj de treinta horas; pide que su dibujo permanezca en el pizarrón por lo menos hasta la sesión siguiente con ella, y que el niño que ingrese después al consultorio no borre su dibujo. ¿Es esta una manera de intentar dejar una marca en el otro? La niña intercambia billetes de juguete con su analista, juega a ser vendedora de comida y se convierte en la cirujana de Barbie y Ken, teniendo a su analista como asistente en el quirófano. ¿Qué tipo de operación está realizando esta niña? ¿A quiénes está operando y qué quiere extraer? “Todo niño que juega se conduce como un poeta”, dice Freud. Así como el poeta toma muy en serio el mundo fantástico que ha creado, el niño hace lo propio con el juego, distinguiéndolo de la realidad, la cual es la antítesis del juego. El niño muestra su juego, ya sea solo o con otros niños; en cambio, el adulto oculta sus fantasías y cree que es el único que hace tales construcciones. Entre el juego y la fantasía existe una relación de continuidad. Los juegos infantiles son sustituidos por los sueños diurnos y la poesía. “El niño juega siempre a ser mayor, -continúa Freud- imita en el juego lo que de la vida de los mayores ha llegado a conocer. Pero no tiene motivo alguno para ocultar tal deseo”. En “La moral del juguete”, expresa Baudelaire: “Todos los niños hablan a sus juguetes; sus juguetes se convierten en actores en el gran drama de la vida, reducido por la cámara oscura de su pequeño cerebro. Los niños demuestran con sus juegos su gran capacidad de abstracción y su elevada potencia imaginativa. Juegan sin juguetes”.
El último caso es sobre un niño de nueve años, quien trae una serie de historietas que tiene entre sus protagonistas a un muchacho llamado “Troli”. Debido a ese nombre, la madre del niño teme la manifestación de conductas homosexuales en el menor. A su vez, el colegio al cual asiste evaluó la posibilidad de no convocar al niño a un campamento a fin de año debido a las quejas de los padres de los demás nenes, quienes manifiestan que el menor se porta mal, empuja a los compañeros y los agarra del cuello. Tras indagar sobre los hechos, se supo que el niño camina en el aula durante el desarrollo de la clase, se tira al piso y responde con golpes cuando es provocado por sus compañeros. La madre afirma que su hijo es estigmatizado, que los compañeros no quieren invitarlo a los cumpleaños y cuestiona que a su hijo le guste Pokemón, a diferencia del resto, que se inclina por el fútbol. El colegio, hace un tiempo, no descartó la posibilidad de interconsulta con psiquiatría o la necesidad de un acompañamiento terapéutico debido a la impulsividad del menor. En una sesión, el niño afirma contundentemente: “¡Soy mal pensado!”. Propone un juego a través de un video de YouTube, en el cual hay que completar palabras a las que le falta una letra, por ejemplo: _ETAS, M_ERDA o CHO_A, entre otras. La consigna se resuelve al revelarse que se trata de las palabras “Metas”, “Muerda” y “Choza”. El niño, obstinado, dice que pensó en otras palabras y repite: “¡Soy mal pensado!”. Teniendo en cuenta que su madre supone aspectos de homosexualidad inminente y el colegio pudo haberlo excluido de un evento grupal, ¿este niño es mal pensado o está siendo mal pensado? Al inicio de cada sesión el niño extrae de su mochila una pistola hecha con sus dedos, le apunta al analista y le dice: “dame todo lo que tengas, incluida tu mochila y el celular”. ¿Puede un analista darle todo lo que tiene? ¿O puede ofrecerle Otro modo de ser pensado?
La posición del analista implica la conducción del juego para efectuar una operación.
Afirma Lacan: “El juego es siempre de la relación de una tensión, de un alejamiento por donde el sujeto se instituye a distancia de lo que existe ya en alguna parte como saber”.
Baudelaire agrega: “Creo que generalmente los niños actúan sobre sus juguetes; en otros términos, que su elección está dirigida por disposiciones y deseos, vagos, es cierto, no formulados, pero muy reales. Sin embargo, no afirmaría que no suceda lo contrario, es decir, que los juguetes actúen sobre el niño”.
La psicoanalista Marta Beisim sostiene que no se trata de que los deseos se hagan realidad en el juego porque se satisfacen. De lo que se trata es de la realización del deseo en el juego como realidad.
Por último, canta Cerati en una de sus canciones: “Frente al ventanal nos pusimos a jugar, a decirnos la verdad que más engaña saber”.

Bibliografía
ABERASTURY, ARMINDA (1968) “El niño y sus juegos” – 13ºra reimpresión, 1994. Paidós Educador.
BAUDELAIRE, CHARLES (1853) “La moral del juguete” – Artículo aparecido en “Le monde litteraire”, el 17 de abril de 1853.
BEISIM, MARTA (2019) “Juego de transferencia; el objeto parlante” – Artículo de “Conferencias y escritos”. AK Lecturas Clínicas. Buenos Aires. 2019.
FREUD, SIGMUND (1908) “El poeta y su fantasía”. Tomo IX. Obras completas: “El delirio y los sueños en la Gradiva de W. Jensen y otras obras”. Amorrortu Editores. Buenos Aires.
FREUD, SIGMUND (1920) “Más allá del principio del placer”. Tomo XVIII. Obras completas: “Psicología de las masas y análisis del yo y otras obras”. Amorrortu Editores. Buenos Aires.
KLEIN, MELANIE (1955) “La técnica psicoanalítica del juego: su historia y significado”.
LACAN, JACQUES (1965) “Seminario XII. Problemas cruciales para el psicoanálisis”. Clase XVI, del 19 de mayo de 1965. Versión Crítica. Rodríguez Ponte.
SEDLER, GABRIEL (1998) “Juguetes y fantasmas”.
WINNICOTT, DONALD (1971) “Realidad y juego” – Editorial Gedisa.

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