El chiste
Ana Staw
Este escrito surge del trabajo realizado con un grupo de colegas sobre el texto freudiano EL CHISTE Y SU RELACIÓN CON LO INCONSCIENTE.
Particularmente me interesa puntuar e interrogar el valor del chiste como intervención en la escena analítica. Reírse en sesión es cosa seria.
Señalaré algunas cuestiones generales que se trabajan en el texto para poder contextualizar e indicar en el trayecto aquellas reflexiones e inquietudes que me motivaron su lectura.
Freud señala que lo más propio del chiste es que implica un ahorro de energía en el trabajo psíquico y está asociado al placer.
Ubicará como elementos fundamentales la condensación y el desplazamiento (a lo que denomina “técnica” en la expresión verbal), siendo el chiste la actividad que extrae placer de aquellos procesos psíquicos, estableciendo la conexión de la técnica con la satisfacción pulsional, visible especialmente en los chistes tendenciosos. Explica a estos últimos (tendenciosos) como aquellos que se oponen a un obstáculo exterior elidido. Un ejemplo estaría en aquellos chistes que se refieren a una autoridad.
Cuando el obstáculo es interior le supone al chiste un mayor placer y un mayor gasto psíquico ya que la coerción interna es preexistente.
¿Cuál es el ahorro del gasto psíquico?, en un caso la coerción que ejerce el medio, y en el otro podríamos ubicar la coerción en el superyó.
En esta concepción hay una diferenciación entre interior y exterior, pero ¿podríamos ser tan tajantes? ¿Acaso el superyó no es ejemplo de la banda que articula ambos espacios?
Plantea que las técnicas del chiste son por sí mismas fuentes de placer .Al hablar de técnica se refiere a que el inconsciente realiza por sí mismo ese trabajo indicando lo siguiente:
– dirigir la atención al sonido de las palabras, -sacar el sentido de las mismas y -sustituir la significación…..Tarea del inconsciente…y escucho estas líneas pensando en la tarea del analista.
Realiza una distinción entre:
Juego con palabras.
Chanza, que agrega sentido al juego simple de palabras
Chiste, donde se suman a las anteriores la aspiración de eludir la crítica y subsiste el estado de ánimo. Diciendo que el chiste además debe parecer admisible, sensato. No sólo es útil el placer sino que la intención del chiste es colocarse frente a un poder coercitivo. Hacer de las palabras un medio de goce
Resulta interesante que dice que no sabemos lo que nos causa placer en el chiste.
Se infiere que habla de un saber no sabido. El análisis puede suponerse como una cita (del sujeto) con un saber sin sujeto.
Lacan en el seminario V trabaja el Witz (broma) a partir del grafo. En la traducción al castellano el Witz es denominado como Agudeza.
La Agudeza como técnica verbal, técnica del significante. Se produce en el nivel del significante y se diferencia del código pues es allí donde toma valor de mensaje. Esa diferencia es sancionada como agudeza por el Otro.
La agudeza tiene relación con algo que está situado en el nivel del sentido. La esencia de la agudeza reside en su relación con una dimensión radical que se refiere a la verdad, a la dimensión coartada de la verdad. La agudeza designa siempre al lado, lo que se ve mirando en otra dirección.
Es una técnica de lenguaje, allí están presentes la condensación y el desplazamiento. La función del placer es lo que la hace comparable al inconsciente. La agudeza es un significante que escapa al código y es lo que caracteriza al chiste.
El Otro es quien sanciona al chiste. Es un fenómeno significativo de engendramiento de un sentido.
En este mismo seminario ubicará en el chiste el placer del sentido en relación al sinsentido, el paso de sentido. Y al significante articulado al inconsciente vía condensación y desplazamiento agregará la relación al deseo.
En “La tercera” Lacan señala que será esencial la dimensión de la sorpresa. Es al sinsentido del significante adonde apunta el analista en su intervención. Hemos leído en Freud y comprobado en nuestra clínica el efecto de una intervención como sorpresiva, que a posteriori veremos si ha cobrado el valor de una interpretación.
Siguiendo con Freud, en el apartado “El chiste como fenómeno social” nos dice:
La elaboración del chiste es un excelente medio de extraer placer de los procesos psíquicos.
Se pregunta qué es lo que hace que una persona sea chistosa, y nos habla de la condicionalidad subjetiva del chiste, que no se halla alejada de la neurosis. Pone como ejemplo el chiste famillionario relacionándolo con la historia personal del poeta Heine.
La persona tiene que buscar un rodeo para participar de ese chiste. El chiste debe reunir las características: ser lo más breve posible, conciso, ser fácilmente comprensible y desviar la atención.
Freud homologa el momento de mostrar nuestro ingenio con la exhibición sexual, del mismo modo que anteriormente habló del placer preliminar.
Dice que se pone en juego el impulso a comunicarlo (como en el chiste de un hombre en la isla que está con una hermosa mujer y la hace disfrazarse de hombre para contarle con quién tuvo sexo). Hay necesidad de otro para que haya un efecto hilarante.
En lo cómico toman parte dos personas, nuestro propio yo y otro en el que hayamos la comicidad. Esto también puede ser la chanza. La comicidad actúa como el placer preliminar.
Sin embargo en los chistes tendenciosos, desnudadores u hostiles necesitamos tres personas. Esa tercera persona tiene que hallarse de buen humor o ser al menos indiferente, Es necesario cierto grado de complicidad. Da el ejemplo de dos hombres que hacen chistes sobre una camarera en un bar.
En este punto me pregunté, ¿ese tercero es necesario que sea alguien de carne y hueso?
Restando a la noción de “complicidad” su carácter peyorativo, podemos suponer en un análisis a la transferencia como ese lugar tercero que habilitará la sanción y efecto de chiste. El efecto del chiste tiene, si resulta “exitoso” valor de interpretación.
¿El tercero será el modo freudiano de decir la dimensión del Otro lacaniano?
Al hablar de la risa enumera versiones de diferentes autores y luego dice que la risa surge cuando cierta magnitud de energía psíquica llega a hacerse utilizable y admitir una libre descarga.
Enumera similitudes y diferencias con el sueño.
Al que cuenta un chiste la posibilidad de descarga le implica un cierto trabajo para la formación del mismo, elaboración similar y diferente al trabajo del sueño. Es sorpresivo y discontinuo. No hay agente voluntario, es algo que ocurre o se le ocurre a alguien, y esa ocurrencia además debe ser breve.
En el sueño predomina la figurabilidad y la sustitución. Suele en general ser incomprensible para quien lo sueña y es un producto asocial.
El chiste pretende ser comprendido, se “hace” para ser contado con palabras a otros.
En la risa está implicado el efecto sujeto. Es muy importante el efecto sorpresivo del chiste. Y no debemos desdeñar la implicancia del cuerpo en la risa, la voz, el movimiento, “me pishé de la risa” se suele decir.
En líneas generales la lectura de este texto me llevó a pensar el chiste en su valor de interpretación. El chiste es alusivo y comparte con la interpretación cierto lugar entre el enigma y la cita.
Freud señala que al que escucha el placer le es regalado (tema del don ligado a poner en juego una pérdida). Pensando el chiste en la dirección de un análisis, ¿quién le regala a quién ese placer?, si el sujeto a producir…“se” es el sujeto del inconsciente……quizás el “regalo” como intervención en un análisis y no solo en él, es un modo también de salir de la angustia.
Aquello de lo siniestro reiterado puede llevar al humor.
En una sesión en la que una analizante mortificada por ciertos actings de su hijo comenta al pasar cuánto le molesta que en un canal de cable de repente interrumpan la transmisión con alertas sobre cuestiones sin mayor importancia. Sigue asociando libremente y de repente imito al conductor de televisión diciendo “Alerta, alerta”, para señalar su posición respecto de su hijo. Nos reímos ambas y esa ocurrencia obtiene valor de interpretación.
Intentamos en un análisis pasar de la tragedia a la comedia. Las intervenciones que surjan al modo de chistes podrán direccionar la cura gozando del chiste y perdiendo el goce del síntoma.