Atención flotante
Este escrito surge de la interrogación que de modo espontáneo, se me despertó en el transcurso de una sesión: verme tras el diván, escuchando a una paciente e “interrumpiendo” mi escucha con la pregunta “¿Qué será la atención flotante?”. Evidentemente algo de la misma se había interrumpido, supongo que por ciertos “vericuetos” transferenciales.
Ese mismo día, supervisando un “caso” de una analista, en la cual la misma relataba “todo” lo que su analizante decía y percibiendo cierta dificultad en su escucha compartí con el grupo de supervisión aquello que me había sucedido y el interrogante a propósito de la atención flotante.
Freud escribe en 1912 “Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico”. En este texto formula reglas técnicas, advirtiendo al inicio, que si bien son fruto de su larga experiencia, puede haber diferentes estilos en función de la personalidad del médico que las aplica. Enuncia: “La técnica consiste simplemente en no intentar retener especialmente nada y acogerlo todo con igual atención flotante….pues en cuanto esforzamos voluntariamente la atención con una cierta intensidad comenzamos también, sin quererlo, a seleccionar el material que nos ofrece…siguiendo en esta selección nuestras esperanzas o tendencias…No debemos olvidar que en la mayoría de los análisis oímos cosas cuya significación solo descubrimos a posteriori”. Freud emplea el término glechshwebende aufmerksamkeit, que significa atención a nivel parejo, que entendemos como la atención prestada por igual al significante y a la significación. ¿Cuándo le decimos algo a nuestro paciente, sea ésta una interpretación u otra cosa, no implica per se una selección?, ¿De qué índole es esta selección?¿Cómo se daría el paso a la interpretación y a la construcción sin que, en un momento dado, el analista conceda una importancia privilegiada a un determinado material?
Desde el camino inicial de la hipnosis, la renuncia a la sugestión en la “técnica” freudiana no se reduce a la indiferencia ni al mutismo.
Las reglas enunciadas en “consejos al médico” parecen ser claramente una indicación al analista de no ubicarse en el lugar del ideal al cual el paciente debe identificarse.
Sigue Freud“…Acoger todo con igual atención es la contrapartida necesaria de la regla fundamental que imponemos al analizado….El médico debe abandonarse a su memoria inconsciente…”. Es en banda de moebius, atención flotante y asociación libre. En este punto podemos pensar que se refiere a los puntos ciegos del analista y la indicación de la necesidad de su propio análisis. También se refiere a la supresión momentánea de sus prejuicios conscientes y de sus defensas inconscientes. (quizás esto último aluda a algo a lograr con el propio análisis)
Pero Freud señala que el fin sería conseguir una verdadera comunicación de inconsciente a inconsciente.
¿Es un solo inconsciente el que está en juego?
Podemos abordar este interrogante pensando que en la mayoría de los análisis oímos cosas cuya significación solo descubrimos a posteriori. La atención flotante alude a cierta expectación. Un elemento no es significativo en sí mismo, no hay una significación previamente conocida.
En el seminario 16, “De un otro al Otro” (pag 60 a 63) Lacan señala que: “Solo hay sujeto de un decir…. El decir introduce lo imposible del real. Todo lo que hay en el mundo solo se vuelve propiamente un hecho si se articula con el significante. Lo que del hecho no puede decirse se designa, pero en el decir, por su falta, y eso es la verdad…. ¿qué justifica la regla con la que se instaura la práctica psicoanalítica, esa muy tontamente llamada asociación libre? …Libre no quiere decir más que dar licencia al sujeto. . Licenciar al sujeto es una operación no obligatoriamente lograda.
Lo que justifica esta regla es que la verdad precisamente no se dice por un sujeto, pero SE SUFRE. El sufrimiento es un hecho, es decir que encubre un decir. El sufrimiento quiere ser síntoma, lo que significa verdad.
…HACER DECIR AL SUFRIMIENTO….”
El saber inconsciente que configura al síntoma y mortifica al neurótico, no es un saber previamente conocido sino es un saber nuevo a descubrir. Es necesario construirlo tomando el discurso del paciente.
El concepto de inconsciente es del orden del lenguaje El Sujeto…del inconsciente, que en el desarrollo lacaniano se plantea como el sujeto que representa a un significante para otro significante. Y me parece importante que no se trata solo de “palabras” sino de un decir, qué dice, cómo lo dice y desde dónde, agregando quién dice.
En el mismo seminario (Pág. 262) leemos: “…Debemos intervenir en un campo, el de algo que llamamos el inconsciente, que no es un campo de hechos elementales, orgánicos carnales, sino que se articula como perteneciendo al orden del pensamiento, sin escapar al hecho de que se articula en términos lingüísticos.(Pág. 286)…basta que un ser pueda leer su huella para que sea capaz de reinscribirla en un lugar distinto de ese donde la había producido primero…….el sujeto es definido como el que borra sus huellas…el que reemplaza sus huellas por su firma.”
¿Será que la atención es flotante en la medida que el analista no sabe aún donde encontrará las huellas del sujeto, las repeticiones, lo discordante de otra escena, lo que no suena, lo que hace ruido?
Es una espera guiada por la función deseo de analista. El analista habla desde un lugar que ignora. “El deseo del analista es el que en último término opera en el psicoanálisis“. Escritos tomo II pag390.
No se puede “decir todo” según dice la regla fundamental.
La neutralidad que muestra el analista, no es más que el semblante con el que se viste para ofrecer al otro esa superficie lisa que refleja el mensaje, restituyéndolo a su locutor, a veces devolviéndoselo en forma invertida, otras señalándole una contradicción, otras escandiendo una frase .
La regla fundamental y su corolario, la atención flotante implican que un analista acepte dejarse sorprender. El otro tiene el saber, no el analista. Este saber que no se sabe a sí mismo. Este saber que causa el deseo del analista es el inconsciente.La sorpresa despierta al sujeto del encantamiento de la hipnosis y la sugestión. La palabra del analista que asombra al sujeto no será para que el paciente quede fascinado sino para que despierte ante la sorpresa.
La atención flotante también podría ligarse a la vía de no intentar comprender y abstenerse de la excesiva claridad.
En su libro Cinco conceptos propuestos al psicoanálisis, François Jullien, quien se especializó en la cultura china con la intención de salir del pensamiento occidental para poder interrogarlo radicalmente, propone la noción de disponibilidad.
Enmarca en esta noción a La “atención flotante” que Freud prescribe a los analistas. La idea que despliega es que en la cultura china la disponibilidad está en el principio del comportamiento del Sabio, ya que conocer no es hacerse una idea de algo, sino volverse disponible a algo. El saber implica mantener todo en pie de igualdad y el Sabio está en condiciones de acoger la menor diferencia en su oportunidad, sin reducirla ni dejarla pasar.
En ese desarrollo conceptual se puede homologar la posición del analista a la del sabio…que no sabe.
La escucha del analista implica “dejar un lugar de sombras”, como decía Freud respecto al ombligo del sueño, sobre lo que no se comprende, inscribir un punto de carencia del sentido.
En la escucha analítica se intenta neutralizar el yo del analista, no se trata de vestir siempre el mismo uniforme, como se suponía en alguna época. Tampoco si el paciente le gusta o no a uno. Se trata al menos de estar advertido de no implicar cuestiones y pasiones que lo convocan ligados al propio fantasma, para ello está el espacio del propio análisis y la supervisión. Y se intenta neutralizar la atribución de sentido, cosa que ya se encarga el decir del paciente.
En el seminario 21, clase del 11/6/74 Lacan dice: “hay algo que nos permite operar en el análisis, ponernos en ese estado que se ha llamado púdicamente atención flotante, que justamente permite que cuando el analizante emite un pensamiento nosotros podemos tener otro muy diferente. Es una feliz casualidad de la que brota un relámpago. Y justamente es ahí que puede producirse la interpretación”. Sigo entonces con la cita: “es decir, que debido a que tenemos una atención flotante oímos lo que el analizante ha dicho. Lo oímos a veces simplemente debido a una especie de equívoco, es decir, de una equivalencia material. Nos percatamos, porque lo padecemos, de que lo que ha dicho podría ser oído completamente al revés. Y es justamente al oírlo todo al revés que le permitimos advertir de dónde emergen sus pensamientos, su semiótica pura. Ella no emerge de otra cosa que de la ex-sistencia de la lengua. La lengua ex-siste, existe en otra parte que en lo que él cree que es su mundo”.
Sorpresa, relámpago, equívoco, decir al revés, estar disponible, no comprender el sentido, hacer decir al sufrimiento.
Los cuatro discursos son planteados en el seminario 17 como una estructura necesaria de algo que va mucho más allá de la palabra, se trata de un cierto número de relaciones estables en cuyo interior puede inscribirse algo mucho más amplio de lo que hay en las enunciaciones efectivas. Podríamos pensarlos como matriz en la que se escriben diferentes funciones, agente, otro, verdad y producción. Creo que en un tratamiento se van presentando los diferentes discursos. En tanto el analista esté advertido de ello, podrá operar con ellos.
Tiendo a pensar que, de la misma manera, la idea de la atención flotante nos servirá como eje para leer también nuestra escucha en cada sesión y con cada paciente, para que nosotros también podamos decir algo sobre el modo en que escuchamos.