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El síndrome del burnout. Agotamiento laboral.

Síndrome del Burnout

Desde hace algunas décadas, se estudia el síndrome de burnout o de agotamiento profesional. Es un estado en el que un individuo, que se ha visto sometido a una exposición prolongada de stress laboral incrementado, manifiesta síntomas crónicos de desmotivación, desinterés, malestar interno, irritabilidad, negativismo y/o insatisfacción laboral. Es decir, que dichos estados no ceden con actividades o recursos que habitualmente ayudarían al profesional a “reciclar” sus energías – como una salida social / familiar, algunos días de descanso, actividades extra laborales, estudio, actividad física o espiritual, etc.

La diferencia con el stress laboral es cuantitativa fundamentalmente. Tiene que ver con la cronicidad de la situación estresante y con una intensidad mayor a la de otros trabajos, por ejemplo, actividades laborales que requieran una actitud de servicio constante (enfermeros, médicos, maestros, administrativos, etc.).

Primeros síntomas

Se sospecha de una situación de burnout o “estar quemado”, cuando un paciente presenta episodios frecuentes de cansancio emocional intenso en relación a su trabajo; puede haber ocasiones en que alguien tenga síntomas de despersonalización – dicho de otro modo: sentir que no se es dueño de su cuerpo y de su mente, sentirse en blanco, no poder recordar lo que se estaba haciendo, para dónde se estaba yendo, desorientación con angustia, etc. Y, de la mano con estos padecimientos habituales al burnout, se presenta una gran insatisfacción en cuanto a la realización personal obtenida mediante la actividad profesional que se realiza.

En un paciente que llega a la consulta psicoanalítica motivado por una situación de agotamiento profesional patológico, se escuchan síntomas típicos como la queja sobre el trabajo, manifestaciones de frustración, angustia desbordante, ansiedad, sensación de derrota, desgaste emocional, la problemática del trabajo se torna un mono tema – dentro y fuera de la consulta. Físicamente también se sienten excesivamente cansados, se experimenta insomnio, inapetencia, caída del deseo sexual, hipertensión, en mayor o menor medida. El stress laboral cronificado ha “quemado” todas las áreas saludables del sujeto, perjudicando severamente su bienestar psicológico. Infiltra sus vínculos familiares y amorosos, su capacidad de realización efectiva, su motivación, sus esperanzas, su entusiasmo.

Niveles de exposición

Las profesiones más expuestas son aquellas que implican una interacción social constante y/o que requieran una actitud de cuidado hacia el prójimo; también aquellas que conllevan un acercamiento con riesgos inminentes, o peligro de muerte (propia o ajena). Es decir que esto puede presentarse generalmente en profesionales como: enfermeros, médicos (sobre todo de atención primaria, shockrooms, guardias, quirófanos), anestesiólogos; maestros; administrativos de servicios / atención al cliente; pilotos.

En general, suelen ser las mujeres las más afectadas, pero también hay estadísticas que arrojan resultados contrarios. Depende más de la muestra utilizada por la investigación y de los ámbitos laborales que se tomen. Por ejemplo, en enfermería y en docencia, así como en el sector administrativo, hay predominio de trabajadoras de sexo femenino. En los quirófanos, predominan especialistas de sexo masculino.

Qué consecuencias puede tener

Algunas de las secuelas tienen que ver con la sensación de socavamiento de la seguridad personal, sentimientos de indefensión, de inutilidad, de incapacidad para llevar adelante un proyecto profesional y triunfar, temor a que se repitan situaciones similares. La magnitud de estas secuelas tendrá que ver con los sentimientos de amor propio que existían previamente al episodio de burnout.

Se lo considera un síndrome. Esto quiere decir, un conjunto de síntomas, que en sí mismos no definen una enfermedad. El burnout es un momento de colapso, sobre todo emocional, pero también físico. Tiene una duración determinada en el tiempo, que dependerá de los recursos internos y externos con los que el sujeto cuente.

Qué hacer

El colapso que el burnout significa también suele tener su correlato en las características psíquicas de un sujeto. Personas más lábiles emocionalmente, o que atraviesan un momento particular en lo personal, estarían más expuestas a sufrir de este padecimiento. Sin embargo, puede llegar a afectar también a personalidades más estables y maduras. Cómo alguien se reinserte en el medio laboral, que puede ser el mismo u otro, dependerá del trabajo terapéutico que realice en el que pueda tomar sus propias decisiones, en función de una conveniencia equilibrada.

Alguien que ha pasado por esta situación de crisis puede retornar al mismo trabajo, pero encarando la tarea y las responsabilidades desde otra posición, con mayor distancia, advertido de las complicaciones de dicho entorno, con recursos para sortear de otro modo los obstáculos y los factores estresores, quizás poniendo nuevas condiciones si es posible hacerlo (reducción horaria, mejor salario, etc.).

Así también puede darse el caso, muy frecuente, de que un episodio de burnout sea el único (lamentable) modo que un sujeto pueda darse a sí mismo para tomar la postergada decisión de dejar un empleo. En ese caso, suele haber un tiempo indispensable de confrontarse con los miedos y las secuelas emocionales que queden, previamente a la reinserción.

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